La fugitiva 4




Iba yo por un camino lleno de hierba, cuando de repente una dijo detrás de mí:
-Mira a ver si me conoces.
Me volví, la miré y le dije: -no me acuerdo de tu nombre.
Ella dijo: Yo soy aquella primera pena grande que tuviste cuando joven.
Parecían sus ojos una mañana, con el rocío todavía en el aire. Estuve callado un rato y luego le dije:
-¿Has perdido aquella carga inmensa de tus lágrimas? -Ella sonrió sin contestarme. Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo ya de aprender el lenguaje de las sonrisas.
-Una vez dijiste -suspiró- que acariciarías tu pesar para siempre.
Avergonzado respondí: -Verdad. Pero los años han pasado y lo olvidé. -Entonces cojí su mano en la mía y le dije:
-Pero tú también has cambiado.
Me contestó: -Lo que fue pena es ahora... paz.


Comentario:

Genial metáfora, preciosa y verdadera. El que las lágrimas hayan tenido tiempo de aprender el lenguaje de las sonrisas. Je.